CURIOSIDADES
DEL URUGUAY
En 1928, se realizó un estudio que determinó que la isla Brasilera
no estaba en el Cuareim, sino en el Uruguay.
Y así hubo un montón de discusiones y cosas así como pasó con el
recientemente nombrado Rincón de Artigas. La isla no está abandonada, si
no que está habitada permanentemente por una persona.
La vida de Seu Zeca, habitante de la Isla Brasileña desde
1964, es increíble. Es un isleño de 93 años que todavía hoy rema una hora y
media para llegar a su casa. Así le dice a la isla. Va desde Barra do Quaraí,
donde vive parte de su familia formada por tres hijos y cerca de 40 nietos y
bisnietos. Con su mujer tiene casa más lejos, en Uruguayana. Pero para él su
hogar está en ese pedazo de tierra que para Brasil está en el río Quaraí y para
Uruguay en el río Uruguay.
Actualmente es el único habitante de la isla, varias personas
tuvieron la oportunidad de ir allí y entrevistarle.
Ya en la primera parte del camino se
nota la presencia de Zeca: un viejo tractor, panales de abejas, una mesita de
trabajo y varias herramientas herrumbradas. Para llegar a la casa hay que
seguir por un sendero que está bordeado por un perfecto corredor de árboles. El
único anfitrión es un gato, que se llama Gato, según contó Zeca.
El hombre construyó su casa en una
elevación de tierra para evitar que se inunde, porque cuando sube el río
Uruguay parte de la isla queda bajo agua. Aunque ahora pasa menos tiempo allí,
en la isla hay vida. La casa está cerrada (hace poco le robaron todo lo que
tenía) y alrededor hay otras construcciones precarias llenas de basura y
trastos. Hay leña cortada, una enorme piedra de afilar, lo que fue un
gallinero, un fuelle que inventó con una bota para espantar abejas. Ya no tiene
animales pero cuando va planta árboles.
Al final del recorrido, el río ya no
está tan tranquilo. La lancha rebota en las olas que se levantaron en cuestión
de minutos con la tormenta que se acerca. Es difícil imaginar a un hombre de 93
año remando para llegar y viviendo solo allí.
Él dice que casi nunca estaba solo en
la isla. Siempre había alguien de su familia o los pescadores que acampaban.
Brasileños, uruguayos, argentinos. Ahora también suelen estar de paso ladrones
de embarcaciones y la Prefectura uruguaya hace operativos conjuntos con la
brasileña para recuperar cosas robadas. Píriz dice que es como la cueva de Alí
Babá.
Argemiro Rocha, un activista brasileño
de la Barra do Quaraí -que trabaja con ONG de Argentina y Uruguay para fomentar
la zona de triple frontera- dice que si no fuera por su habitante de 93 años la
isla estaría totalmente abandonada y denuncia la pérdida de un importante
patrimonio en bosques naturales porque la costa se desmorona y los árboles caen
al mar. Es un territorio de nadie en proceso de deterioro. Zeca no se
queda quieto e inició los trámites legales para quedarse con el usufructo de la
isla, un derecho que cree adquirido por todos sus años de residencia en el
lugar. La Isla Brasileña no es ni de Brasil ni de Uruguay, es de Zeca.
Años después, ya por 1985, Brasil, para
plantar bandera y arruinar los intentos de Uruguay por disputar ese territorio,
fundó un pueblo llamado Thomaz de Albornoz en el territorio del Rincón de
Artigas, cerca del límite con el territorio pleno de Uruguay, en nuestro
lado, existe el pueblo de Masoller.
A Masoller se llega por la ruta
30, rodeada de hermosos cerros verdes, despues de su respectivo recorrido,
aparece el pueblo riverense con sus blancas y prolijas casas, a metros de
allí, se ubica la policia en pleno trifinumdepartamental
(Artigas, Salto y Artigas), también cerca hacie el noroeste se encuentra un
mojón, que es lo único que indica el límite uruguayo-brasileño. Para ir al
pueblo brasileño hay que seguir un camino y luego a mano derecha se entra.
La mayoría de los que viven en villa
brasileña son uruguayas, sólo unos 40 nacieron en Brasil, incluyendo a los
niños que van a la escuela. Los hombres trabajan en el campo, por eso de día el
pueblo está vacío y sólo circulan niños y las mujeres que se quedan en sus
casas. No parecen estar preocupados por vivir en un “límite contestado”.
Una persona que visitó el pueblo
comenta que cuando estaba en el mojón, un niño en bicicleta paró y le mostró el
límite: “de acá para allá (señala a la derecha) es Uruguay, y de acá para
allá (señala a la izquierda) Brasil”, también contó que vive en Uruguay pero va
al almacén de Albornoz porque es más barato. Ese comercio está en la única
esquina con algo de movimiento en el pueblo, de 30 y pocas casas y 126
habitantes. Pero “Ferragem Pampa” (nombre del comercio), no eso solo
un almacén, sino que allí se vende de todo, desde comestibles hasta muebles,
materiales, etc, lástima que el dueño no le gustan las visitas, y sospecha y
pide identificaciones.
Ese tipo de miedo del dueño del
comercio, trata del contrabando, la zona tenía una aduana que ahora está
abandonada, por lo que las mercaderías pueden pasar libremente por la frontera,
y los controles son poco frecuentes.
Lo único positivo de esto es que apoya a
uno de los principios del MERCOSUR (MERcado COmún del SUR), en el que las
mercaderías, vehículos y personas deberían pasar libremente sin reestricción
alguna, y los pueblos de ambos lados comparten servicios públicos sin
firmar ningún acuerdo sólo por simple necesidad.
El pueblo de Albornoz será Brasil pero
los locales se atienden la clínica de Masoller, en nuestro lado, pero una vez
al año el Ejército de Brasil viene con dentistas y oculistas, y los nuestros
aprovechan y van para el otro lado, “Sentimos que Uruguay nos da mucha
asistencia. En la Salud Pública de Masoller nos atienden y ni preguntan si sos
brasileño o uruguayo. También usamos su ambulancia. Ahora un coronel brasileño
que estuvo de visita prometió contactar al gobierno de Brasilia para rehabilitar
el ambulatorio local”, cuenta el uruguayo Claudio Jesús Suárez.
Esas cosas también pasan con otros
servicios, las personas de Masoller y de Albornoz usan los servicios de
internet y telefonía movil uruguayo, respetivamente Ancel, Claro y Movistar, el
servicio brasileño se limita a una sola cabina telefónica de la empresa
Embratel. Con el agua también pasa lo mismo, en Albornoz hay instalado un
pozo que provee de agua gratuitamente a los habitantes del pueblo, el cual
también aprovechan los nuestros.
Tanta cooperatividad tiene su pega, en
Albornoz hay una escuela pública, a la cual van tanto los propios brasileños
como los uruguayos, en ella se habla una mezcla de español y portugués, pero
esa no es la pega, lo que sucede es que los seis años de primaria y seis de
secundaria uruguayos no coinciden con los nueve de primaria y tres de
secundaria brasileños, y los niños de Albornoz deben ir hasta Livramento para
continuar la escuela.
Con la moneda pasa lo mismo, los pesos
y los reales brasileños se usan por igual en ambos lados.
Si se les pregunta, los brasileños
dicen que Albornoz es Brasil y los uruguayos dicen que la villa está en territorio
uruguayo. Pero en la vida cotidiana, les da lo mismo. En la escuela -la única
institución educativa del lugar- no se habla del asunto y brasileños y
uruguayos se casan y tienen hijos sin problema alguno.
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